Historia de la talavera
La Ciudad de Puebla, a 120 kms. de la ciudad de México es la ciudad colonial más grande del país, reconocida por su Centro Histórico y por su centenaria y tradicional producción de cerámica de Talavera.
En México, los conquistadores encontraron una producción de cerámica con varios siglos de desarrollo y excelente calidad que además de los utensilios de uso doméstico tenía un importante papel en ceremonias religiosas, ritos funerarios y también extraordinarias esculturas.
En la Colonia, se inició la llegada de cerámica importada de Europa y el establecimiento de talleres de alfareros españoles. Puebla fue el principal centro productor de cerámica no sólo de la Nueva España sino del Nuevo Mundo. En 1550, a 20 años de la fundación de la ciudad, ésta ya contaba con talleres de loza vidriada y azulejos de la que se conocería como Talavera Poblana y que, a partir de la colonia es la cerámica de mayor antigüedad y la más difundida.
Su nombre proviene del origen de los primeros artesanos y por ser copia de la producida en Talavera de la Reina, España.
Su elaboración conserva su carácter primitivo pero su decoración se ha modificado recibiendo influencias como la morisca, la china y las europeas que mezcladas con elementos locales le imprimen características únicas e inconfundibles.
En los mismos talleres se producían azulejos, recubrimiento que enriqueció a la arquitectura virreinal convirtiéndose en elemento de identidad de la imagen urbana que se conserva hasta la fecha.
Su uso se inició en la arquitectura religiosa y más tarde en la civil, se aplicaron con fines utilitarios y en detalles decorativos. Con el tiempo, se fueron utilizando en superficies de mayor tamaño hasta llegar al máximo en el siglo XVIII cuando su empleo se generalizó y combinando azulejos con ladrillos llegaron a cubrir fachadas completas.